La Formación, la gran carencia de los jóvenes inmigrantes

La edad media a la que los jóvenes inmigrantes de Castilla y León dejan de estudiar son los 17,27 años, la cual coincide, casi, con la de edad mínima de incorporación al mercado laboral (16 años). Esto es un síntoma claro de la escasa cualificación de los jóvenes inmigrantes en sus puestos de trabajo, lo cual no les ayuda, para nada, a salir de la segregación ocupacional en la que se encuentran. La educación y la formación son piezas clave en el crecimiento profesional y, si ya su condición de inmigrantes es un lastre para acceder a mejores puestos de trabajo, cuanto más lo son sus carencias formativas, pues se topan con una barrera infranqueable que sólo ellos pueden derribar. De hecho, el 25,57% de los jóvenes inmigrantes dejaron de estudiar para acceder a un puesto de trabajo y otro 25,57% lo hizo porque no les gustaba. Tan sólo, un 16,04% lo dejó por finalización de los mismos, lo que evidencia las fuertes carencias existentes en este ámbito. A pesar de que hay un alto grado de fracaso escolar, el 93,71% considera que es necesario formarse para poder acceder a un puesto de trabajo y el 82,39% participaría en acciones formativas que mejorasen su cualificación , según los resultados obtenidos de la encuesta realizada a raíz de esta investigación. Pero tras el trabajo de campo se pudo constatar que, a pesar de que ellos manifiestan su receptibilidad a recibir formación, en la realidad son recelosos de invertir en formación y mejorar su cualificación. Se detecta que hay un cierto conformismo entre los jóvenes inmigrantes que, fruto de diversos factores, se acomodan y no trabajan por adquirir nuevas habilidades y ser más competitivos. De hecho se dan muchos casos de jóvenes extranjeros que, fruto de las políticas asistenciales desplegadas, prefieren que otros les solucionen su situación y no sean ellos los que, aprovechando los recursos de los que disponen, vayan adquiriendo nuevas habilidades y destrezas y crezcan tanto en su vida personal como en la profesional. Aquí la formación es un activo muy importante, pero cuanto más lo es la sensibilización y la concienciación de este colectivo, que debe asumir un reto serio y utilizar los servicios asistenciales para casos concretos y específicos y no como herramientas cotidianas. Al respecto de esto que acabamos de señalar, existen entidades que asisten de forma directa a los jóvenes inmigrantes, por ejemplo, buscándoles trabajo, ofreciéndoles traductores,... aspectos que son muy importantes en una primera acogida, pero desde este mismo momento de su llegada se ha de trabajar con ellos para ir más allá. La búsqueda de trabajo requiere de tiempo y esfuerzos y no se puede delegar en una organización. Independientemente de que éstos les ayuden, su labor ha de pasar por capacitar a esos jóvenes para que adquieran destrezas que les hagan autónomos y tengan las suficientes habilidades como para enfrentarse al proceso activo de la búsqueda de empleo o de resolución de sus propios problemas. Esta tarea no es sólo específica para el colectivo de inmigrantes, pues también sucede con mucha frecuencia en la población nativa, pero al ser los inmigrantes un colectivo en riesgo de exclusión social, se hace necesario trabajar en este sentido. Gracias al contacto con varias entidades que trabajan con jóvenes inmigrantes, se ha comprobado el relativo éxito de iniciativas asistenciales pero no en las actuaciones que fomentan trabajar sobre el capital humano y el fortalecimiento de la autonomía de los individuos. De hecho, no se han encontrado demasiadas iniciativas que fomenten, sólidamente, la formación y, de hecho, algunos responsables, consideraban que, ésta, es una tarea que no les compete a ellos. A propósito de esto, tan sólo, un 8,18% de los jóvenes inmigrantes han realizado acciones formativas para el empleo y el 78,62% ni siquiera conoce la oferta formativa para trabajadores y desempleados, con la que cuenta la Junta de Castilla y León, principalmente, a través de su Servicio Público de Empleo. Quedan patentes, pues, las carencias existentes en materia formativa dentro de este colectivo pues ni conocen la oferta ni acceden a ella, y sólo el 13,21% de los jóvenes inmigrantes ha participado en alguna de las modalidades de formación para el empleo. Subrayar, pues, la necesidad de articular mecanismos en este sentido, incidiendo, especialmente, en sensibilizar a la juventud inmigrante en la necesidad de invertir en capital humano y formación, dar a conocer la oferta formativa para el empleo disponible y fomentar la participación de este colectivo en este tipo de cursos, de modo que incrementen su cualificación y competitividad.

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