¿En qué trabajan los jóvenes inmigrantes?


La presencia de población inmigrante en el sector servicios no es tan elevada como sucede en el resto del territorio nacional, donde se sitúa en el 70,97% frente al 56,41% de la región, niveles, también, inferiores a los del conjunto de trabajadores de Castilla y León, cuya representación en el terciario es del 63,58%. De hecho la media nacional de trabajadores ocupados en los servicios es del 68,30% de modo que para el conjunto del país la ocupación de inmigrantes es superior, algo que, como acabamos de ver no sucede en Castilla y León. No obstante este es el sector en el que se refugian la mayor parte de las mujeres extranjeras trabajadoras en Castilla y León con un 87,32% frente a un 39,43% de los hombres. A pesar de ello, estos niveles están por debajo de los nacionales (91,12%), debido a una mayor presencia en el sector primario (1,97% frente a un 0,51%) y secundario (8,96% frente aun 6,56%).

Por lo que acabamos de ver es lógico pensar que los trabajadores extranjeros que no se emplean en el terciario se distribuyen entre el resto de sectores. Descendiendo de escala, y centrándonos en las provincias, se han de destacar ciertos hechos notables. En cuanto al sector primario es Segovia la que sobresale del resto de provincias con un 11,23% de inmigrantes trabajando en la actividad agraria, principalmente en la ganadería debido a la importante presencia del porcino en este territorio. El marcado carácter agrario de la Comunidad Autónoma hace que los niveles de ocupación de población inmigrante en el primario sean mayores (4,13%), respecto a la media nacional (1,24%), siendo nuestra región la que mayor porcentaje de inmigrantes ocupados en esta actividad tiene respecto del resto de Comunidades Autónomas. No obstante, dichos niveles están muy por debajo de las medias referidas al conjunto de los trabajadores, las cuales están en el 7,39% para Castilla y León y el 6,34% para España.

Donde la presencia de trabajadores inmigrantes sí que es muy notable, es en el sector de la construcción. La segregación laboral hace que los inmigrantes se refugien en sectores con alta demanda y que requieren baja cualificación profesional, caso de la construcción. No perdamos de vista que los datos con los que estamos trabajando son de diciembre de 2008, momento en el que la crisis comenzaba a dar sus primeras envestidas y, por tanto, la construcción aún no había sufrido de, forma tan virulenta, su azote. Casi un 25% de los trabajadores inmigrantes afincados en nuestra región, es decir casi uno de cada cuatro, se empleaba en este sector, once puntos más que los registros del total de trabajadores de la región, que presenta niveles del 12,93% . Pero estos datos son mucho más acusados si hacemos una diferenciación por género pues en la región el 36,16% de los inmigrantes varones afiliados a la Seguridad Social lo estaban en este sector, llegando al 47,63% en Ávila, casi la mitad del total. Además estamos ante el sector que mayor índice de temporalidad tiene dentro del colectivo inmigrante pues el 69,13% de los contratos son temporales, cuando la media de temporalidad para este colectivo es del 52,89%. Esto supone un grave problema en la actualidad pues el fuerte incremento en el desempleo que ha sufrido este sector ocasiona un exceso de mano de obra, poco cualificada, difícil de adsorber por el resto de actividades económicas, más cuando la destrucción de empleo es constante en todos ellos. Esto hace muy vulnerable a este colectivo, principalmente a los jóvenes, aunque son capaces de desplegar ciertos mecanismos de respuesta que en el caso de los trabajadores autóctonos no se dan.

Uno de los aspectos que ofrecen mayor ventaja a los jóvenes inmigrantes ante épocas de crisis económica, favoreciéndose su permanencia en los circuitos laborales, es su movilidad geográfica lo que la configura como mano de obra flexible, especialmente capacitada para funcionar como amortiguador en el caso de stocks en los mercados. Otro aspecto que les dota a los inmigrantes de mayor flexibilidad laboral deriva del rechazo de la población joven sin cualificación ni formación de ciertas ocupaciones que, sin duda alguna, podrían desempeñar y que, por consiguiente, son asumidas por la juventud extranjera. A pesar de ello, durante los primeros años de su llegada, los inmigrantes son más vulnerables al desempleo, equiparándose, también, con el paso del tiempo a la población autóctona.

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